Virxe da Barca
El Faro de Muxía no impresiona por su belleza arquitectónica, pero sí por el lugar donde está situado.
Es un edificio de culto construido para cristianizar un lugar donde se realizaban cultos paganos por los antiguos pobladores de estas tierras. La primera ermita fue construida en el siglo XII y cobra gran importancia por el hecho de ser final de etapa de los peregrinos que, después de visitar al apóstol, se dirigían a estas tierras del Finis Terrae para rendirse al pie de la Virgen y contemplar las curiosas piedras en el lugar en las que, según la leyenda, se le apareció al Apóstol Santiago para darle ánimo en su intento por cristianizar estas tierras del noroeste peninsular.
El santuario actual, del siglo XVIII, ardió en diciembre de 2013 a causa probablemente de un rayo, perdiéndose retablos e imágenes de mucho valor.
El faro se diseñó a principios del siglo XX como una señal de tercer orden, que marcaría la entrada a la ría de Camariñas. En el Plan de Balizamiento de dicha ría, de 1926, se especificaron sus medidas, torre cilíndrica de hormigón y cemento de 11 metros de altura y 4 de diámetro. Su mantenimiento fue encargado a uno de los torreros de Vilán. Entró en funcionamiento en 1928. Su luz es blanca y tiene un alcance de 6 Millas Nauticas.
La llegada al faro y al santuario está perfectamente señalizada una vez que hemos entrado en Muxía, así que no hay peligro de perderse por el camino. El lugar está lleno de enormes rocas por doquier, como podéis ver en las fotos. Entre ellas, quizá la más famosa sea a Pedra de Abalar. Según la leyenda, dicha piedra es la vela que empujaba el barco en el cual llegó la Virgen hasta esta costa, porque quería dar ánimos al apóstol Santiago en su objetivo de cristianizar nuestra Galicia. Cuando se sube mucha gente a la piedra, ésta se balancea ligeramente. También tiene gran importancia a Pedra dos Cadrís (también restos del legendario barco), bajo la cual debe pasar quien quiera aliviar sus dolores de espalda.
En Muxía, se conservan los dos últimos secaderos artesanales de congrio de toda Europa.
Tenemos que remontarnos al siglo XV, puesto que es donde comienza esta tradición del congrio seco que vincula a Galicia con Aragón, Castilla y Cataluña. Los documentos de la historia de Calatayud cuentan que, en esta villa se producía gran cantidad de cáñamo, una planta de cuyo tallo se sacaba una fibra vegetal usada para hacer cuerdas, y esto era lo que hacían los artesanos de esta localidad, cuerdas y sogas que se utilizaban posteriormente en los barcos y carabelas que eran construidos en los puertos gallegos. En aquella época, el comercio se hacía en especie, así, los gallegos compraban las cuerdas y sogas para las embarcaciones a cambio de congrio o bacalao.
A pesar de que han transcurrido más de 500 años desde entonces, lo cierto es que en esa parte de Aragón el congrio seco se preservó en la tradición culinaria, y hoy es una 'delicatessen' gastronómica. Sin embargo, y a pesar de la gran industria de secado que proliferó en los siglos XV y XVI en la Costa da Morte, en la actualidad, solamente existen dos secaderos de congrio en la comarca. Ambos están en Muxía y son los únicos que hay en toda Europa.
"En Calatayud ya tienen una receta propia del congrio que viene de Muxía y es el 'congrio a la bilbilitana', que se prepara con garbanzos"