Punta Nariga
En el extremo oriental de Punta Nariga, en plena Costa da Morte, sobre un agreste acantilado golpeado por el mar y por incesantes temporales, se ha construido este faro de 50 metros de altura de plano focal y 22 millas de alcance luminoso. En este contexto de indómita naturaleza, un faro, con su presencia, introduce un nuevo factor dialéctico: el artificial. La secuencia cabo-faro-mar es paradigmática y mutante con las distintas épocas del año y las horas del día. Con tiempo calmo y despejado, la quietud del entorno serena la imagen y acrecienta el estatismo del faro; en días tormentosos, los cambios de luz y el movimiento de las nubes transmiten al conjunto un constante dinamismo. De día, la solitaria silueta parece dormitar de pie, mientras que al atardecer de pronto cobra vida y comienza a hacer guiños y a emitir destellos y ráfagas de luz que rasgan las tinieblas y se adentran en el mar. El conjunto edificatorio se estructura en cuatro cuerpos bien definidos. El primero lo constituye una plataforma de acceso público, a modo de basamento de planta triangular. El segundo cuerpo, de forma prismática y base también triangular, inscrita en la anterior, alberga los cuartos de instalaciones y de almacén, en la primera planta, y las dependencias del farero, en la planta superior. La cubierta plana se convierte en una plataforma-mirador elevada siete metros sobre la anterior. El tercer cuerpo lo constituye el fuste, un volumen cilíndrico de planta circular de 5,50 m de diámetro exterior y 25 m de altura. El cuarto, situado en lo más alto coronando el conjunto, lo conforma la linterna. La relación y el contraste funcional y formal de estos cuatro elementos, de geometría bien definida, y de ellos con el terreno en que se asientan y el mar que los rodea, constituyen la esencia del proyecto.
El entorno está lleno de magia en este acantilado golpeado por el mar. La visita es obligatoria, tanto en días de sol como de tormenta. En los primeros disfrutarás con la calma del mar y el faro estático; en los segundos, te sorprenderá el dinamismo de las nubes y los cambios de luz.
La construcción del faro recuerda a la proa de un barco, coronada por una escultura de bronce denominada Atlante. Esta estatua, obra del artista Manolo Coia, es una figura con forma entre un humano y una gaviota a punto de volar. Sin duda, una silueta perfecta para las maravillosas puestas de sol de Nariga.