Fuerte da Insua
El Fuerte da Insua, en sus inicios era un macizo rocoso que formaba parte de un todo con el Monte de Santa Tecla, en A Guarda. Las mareas y las corrientes del Miño se ocuparon de dividir en dos la extensión, separando A Ínsua del territorio español, que pasó a formar parte de la costa portuguesa, en este caso a Caminha. En ella, una comunidad franciscana edificó un cenobio en 1392, por determinación de Juan I de Portugal, ampliado y mejorado en 1471. El rey D. Manuel ordenó nuevas obras de remodelación en 1502, y a finales de ese siglo XVI (bajo el dominio de Felipe II de España y I de Portugal) fueron ejecutadas obras para colocación de baterías artilleras, contra los ataques corsarios ingleses y franceses. Pero la estructura del hermoso fuerte abaluartado que aún persiste es de la época del rey D. João IV, ejecutada entre 1649 y 1652, para proteger la entrada del Miño durante la Guerra de Restauración. Durante las invasiones francesas fue ocupado por tropas españolas y francesas.
Tras la ampliación el fuerte pasó a tener su forma actual, con planta estrellada irregular, cinco baluartes y en su interior el convento, que también fue ampliado en 1676. Al abrigo de las murallas se encuentran los depósitos y los cuarteles de la tropa. Con la extinción de las órdenes religiosas en 1834 el fuerte fue abandonado por los monjes. Desde 1910 A Ínsua está clasificada como Monumento Nacional.
Desde el embarcadero de la playa de A Foz es posible cruzar en barca a esta pequeña isla que no es la del tesoro, pero sí conserva joyas como la fortaleza y el cenobio. El Forte da Ínsua está construido a medida de una costa asediada por piratas e historias de independencia de una y otra orilla. Tras la playa inmaculada aparece el portón de entrada del fortín, ampliado y reconstruido entre 1649 y 1651 que alberga entre sus gruesas murallas el pequeño convento franciscano donde todavía se aprecia la cocina, el refectorio, la iglesia y el diminuto claustro.