Pasifae
Pasifae, hija de Helios y de la oceánide Perseis, se casó con Minos, rey de Creta y le dio muchos hijos antes de enamorarse del toro blanco que Poseidón le había regalado al rey para hacer un sacrificio en su honor. El rey le tomó tanto cariño que prefirió quedárselo, lo que el dios consideró una afrenta y provocó que Pasifae se enamorase del animal.
En Vilanova i la Geltrú, concretamente en el espigón central de la playa de Ribes Roges, se puede contemplar una enorme escultura de cobre cuyo peso alcanza las tres toneladas. Se trata de una obra del escultor local Òscar Estruga, convertida ya en símbolo de la ciudad, y que representa un gigantesco toro que alberga en su interior una hermosa figura femenina desnuda. A orillas del Mediterráneo catalán, salpicada por el mismo mar que baña las costas de la isla de Creta, la obra de Estruga constituye una alegoría del mito de Pasífae, una de las más conocidas leyendas cretenses.
Cuenta la leyenda que Pasífae estaba casada con Minos, rey de Creta, con quien tuvo a Androgeo, Glauco, Ariadna y Fedra. Las frecuentes aventuras amorosas del rey provocaban unos tremendos celos en Pasífae, que era muy hábil en las artes de encantamiento, hechicería y astrología. Además, sabía preparar brebajes y tósigos que podían resultar mortales. Asegura Apolodoro que, a causa de estos preparados, el rey Minos no podía tener hijos con sus amantes; con ellas no engendraba más que víboras, escorpiones y culebras. Todas las amantes que tuvo el rey de Creta tuvieron un desgraciado final.
Cuando Minos ascendió al trono de Creta, quiso ofrecer un sacrificio a Poseidón, suplicando al dios del mar que le enviase un toro como víctima. Poseidón escuchó el ruego del rey e hizo surgir de las aguas del Mediterráneo un fiero y enorme toro blanco que, tras arribar a la playa, ofreció, con mansedumbre, la cerviz al cuchillo que iba a cometer el sacrificio. Pero Minos, impresionando por la fuerza, la majestuosidad y la belleza del animal, resolvió no sacrificarlo y ofrecer a Poseidón otro toro en su lugar.
Irritado Poseidón por tal ofensa, inspiró al toro un furor salvaje: el animal rompió sus ataduras y se dedicó a recorrer toda la isla arrasando todo cuanto encontraba a su paso. No terminó ahí la terrible venganza de Poseidón contra Minos. Infundió también el dios una irreprimible pasión en la reina Pasífae, la cual, consumida por el deseo, perseguía al toro divino por los campos de Creta. Fue entonces cuando Dédalo, que estaba al servicio de la casa real cretense, halló el medio para que la reina viese satisfechos sus apasionados deseos: construyó en madera la estructura de una vaca, la revistió con una piel de vaca auténtica y, colocando a la reina en el interior, consiguió de inmediato atraer la atención del toro, que no tardó en fecundar a Pasífae. De esta unión nació un extraño ser que tenía cuerpo de hombre y cabeza de toro: el famoso Minotauro.
Se interpreta también esta leyenda como un antiguo símbolo de las relaciones entre el Sol y la Luna. Pasífae representaría la becerra lunar apasionada por los ardores del sol-toro.
Otra versión del mito, más ofensiva para el rey Minos, es la que atribuye a Pasífae un amante llamado Tauros, apuesto militar del ejército cretense, de cuyos encuentros amorosos fue Dédalo mediador. Cuando la reina dio a luz, el pueblo dio en llamar al recién nacido con el nombre de Mino-Tauro, hijo de Minos y de Tauro, ya que no se sabía a ciencia cierta quién había sido el padre.