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A Maruxaina

Cuenta la leyenda de A Maruxaina que desde tiempos inmemorables vive esta sirena o nereida en las islas de Os Faranllóns, allí donde el mar Cantábrico rompe su fuerza sobre las rocas desafiantes de su poder. Esta ninfa marina se encuentra vigilando mar y marineros en su devenir diario; aunque se discute sobre sus intenciones, siendo este motivo de agrias polémicas entre los mareantes del pueblo, puesto que mientras unos piensan que los avisa del temporal, otros aseguran que canta para seducirlos y hacerlos embarrancar. En esta discusión los diferentes bandos emplean diversas características para tratar de imponer sus versiones. Así, para los defensores de su bondad, esta es una sirena con cara de vieja, sabia e inteligente como ninguna otra y dispuesta siempre a salvar a los marineros de las garras del mar embravecido.

Para sus detractores más tercos entre ellos las madres de las mujeres del pueblo, A Maruxaina es una joven, de rubios y largos cabellos, dotada de una belleza singular y de una voz prodigiosa, mágica y hechizante, que emplea para, en una pérfida acción, atraer a los marineros a su hogar submarino y poder allí gozar de su compañía. Esta mortífera artimaña es fruto de la envidia que la sirena tiene de la felicidad de las mujeres de los marineros, que los tienen a su lado durante el duro invierno, gozando de su atención.

Pero no todo el mundo cree que esta es la verdadera versión de la leyenda y así surgen variadas visiones, entre ellas aquella que habla de unos pájaros llamados maruxainas, similares a los paiños, que se acercan a tierra cuando hace mal tiempo en el mar, con lo cual los marineros identificarían esta llegada con la del mal tiempo, adoptándola como preludio de temporal y como señal de amarre forzoso ante la furia desatada del mar. Esta sería, a nuestro parecer, el origen de la visión positiva de la Maruxaina como leyenda.

A pesar de esta perspectiva positiva, la mayor parte de los sancibrenses comparten la creencia de que A Maruxaina, tal como reflejamos al principio, es una nereida mitad pez, mitad mujer que vive en una cueva llamada Xan Vello, en la isla de la Sombriza, dedicándose a hilar y que cuando hay mal tiempo asciende hasta la cumbre de la isla poniéndose a gritar o a tocar el cuerno para avisar a los marineros de la proximidad de la galerna. El origen de esta creencia de los gritos se puede achacar a la existencia de algún hueco o cavidad en las rocas, hoy desaparecida por el efecto de erosión eólica o del agua, en la que el viento produciría un sonido peculiar al traspasarla. Este sonido pudo coincidir con las vísperas de alguna tragedia o de algún naufragio, con lo cual ambos los dos hechos entenderían los lugareños como relacionados, llevándolos a pensar que aquel sonido fuese un aviso para que no saliesen al mar. Pero A Maruxaina tiene, además, connotaciones que bien pudiesen ser sacadas de leyendas de otros pueblos, y que se unen a esta mediante transformaciones y adaptaciones a las peculiares características del pueblo. Tal es el caso de la representación de A Maruxaina como una nereida, que la mitología griega representa como una de las chicas que acompañaban el carro de Poseidón, dios de los mares, y que tiene un cuerpo normal. Es aquí donde el influjo marinero se hace patente y cambia la visión legendaria para representarla como una sirena, habitante mitológico del mar que muestra cola de pez hasta la cintura y de ahí para arriba, de mujer. Otro hecho significativo es la representación de A Maruxaina hilando provista de roca y fuso, que puede tener origen en el mito de las Parcas griegas, tres diosas con forma de viejas que tejían la vida de la gente: Cloto hilaba, Laquesis devanaba y atropos cortaba el hilo de la vida. Pero una vez más este mito se vuelve a cambiar para adaptarlo a la cultura propia, y A Maruxaina aparece con unos utensilios de lo más familiar para muchas mujeres del pasado, puesto que muchas abuelas del pueblo aún recuerdan las mañanas para hilar con el fuso y la roca. Podría tener este símbolo del hilado una paridad con las mañanas que hacen falta para enjaular a los hombres, que según los detractores de A Maruxaina, esta emplea de manera sutil y eficaz en sus engaños.

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