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La Llopa de Calella

La figura de la Llopa de Calella proviene de una leyenda local de la primera mitad del siglo XX que satiriza los habitantes de la ciudad. Esta historia, que es verídica, comienza con un hallazgo de Francisco Coll (más conocido por Quico de can Urrel·li), que era el rechoncho de las tierras de Francisco de Asís Bartrina y Roca, un político influyente en Madrid y ayudante de Enric Prat de la Riba a la Mancomunidad de Catalunya. Un día, Quico explicó exaltado a la gente de la taberna, que había visto un lobo al bajar por el torrente de Can Comas.

Al cabo de unos días, hizo saber al alcalde, que había visto dos lobos más. Alarmados por el caso, se convocó una reunión de campesinos en el Ayuntamiento y se decidió hacer una expedición para ahuyentar las bèsties.

Pagesos, voluntarios y unos cuantos somatentes, fueron al lugar donde habían estado las apariciones y vieron que, en medio de un campo de patatas, estaban las dos bestias tomando el sol. Acto seguido, dispararon contra ellas, de tal manera que una murió y la otra pudo escapar. El pobre animal muerto fue expuesto en el porche de la huerta del alcalde para que todo el pueblo lo pudiera ir a ver.

Mientras el lugar se llenaba de la palabrería de los habitantes de Calella, una señora que vivía en una finca situada entre Sant Pol de Mar y Calella estaba desesperada porque había perdido uno de sus perros lobo que le guardaban la propiedad. Como cada día, habían marchado de la casa atraídos por el aroma del matadero para hartarse de los desechos y hacer la digestión al sol, pero aquella vez sólo había vuelto el perro, que estaba muy intranquilo. Al cabo de un rato, llegó el masovero de la finca explicando que en Calella habían muerto un lobo. La pobre mujer corrió a casa del alcalde y, ante la comprobación de su temor, explicó a todo los calellenses su error. Habían muerto su perra Lea. Desde entonces, cada vez que se habla de los calellenses en los pueblos de los alrededores, los ciudadanos exclaman “Calella, ¡la Llopa!".

Aunque la leyenda es para satirizar a los habitantes y reírse de ellos, la loba se ha convertido en el símbolo de la ciudad. Hay librerías cuyo nombre hacen referencia a este animal, las mascotas de los equipos de deportes también es una loba e incluso participa en els "Correfocs" o acompañando eld "Gegants".

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