La quilla petrificada de Tossa
Los habitantes de Tossa sabían de la existencia y la belleza de la dama del castillo de la Vila Vella de Tossa. Pese a que nunca había salido de sus murallas, todos conocían de su belleza mítica y legendaria, ya que podían apreciarla cuando paseaba por la fortaleza, a través de las almenas, los balcones y los ventanales que daban a la playa.
Su belleza era tan inigualable que traspasaba fronteras, atraía numerosos pretendientes venidos de países lejanos, pero tras recibir sus alabanzas y propuestas, eran rechazados de inmediato con delicadeza y firmeza.
Entre ellos se encontraba un pirata berberisco que fondeó su nave ante el castillo para poder contemplar la belleza de aquella dama misteriosa, de la que, sin poder evitarlo, se enamoró perdidamente.
Obsesionado, restó inmóvil noche y día, con la mirada fija en el castillo, atento a cualquier gesto de su estimada. Su tripulación le abandonó, las velas de la nave se marchitaron y se secó su casco, a él le crecieron los cabellos y la barba, su cuerpo se adelgazó y su piel se arrugó cual pergamino…
Pero sus ojos de enamorado continuaban chispeantes, buscando sin fin los ojos de la dama, que no le devolvía nunca la mirada.
Un día, cansado de esperar la respuesta que nunca llegaba, el pirata tomó una decisión; para no alejarse jamás de su estimada, hundió la nave en aquella playa, ante el mismo castillo, el barco hizo una voltereta, como una gran ballena herida, y quedó del revés, con la quilla en alto.
Por un hechizo que nadie nunca explicó, aunque todo el mundo recuerda, la quilla se convirtió en una gran roca. Hoy, la podemos ver entre la Mar Menuda y la playa Grande, testigo y símbolo de un amor insobornable.
La gente de Tossa dice que, en las noches de luna llena, se puede otear la silueta del pirata de pie en la quilla y la de la dama, asomada en la torre d’en Jonàs, situada en la primera muralla. La gente de Tossa lo sabe, pero no lo explica… será la fuerza del amor y el hechizo de la luna.