Orfeo y el Cap de Creus
Cuantas veces, ante la magnificencia del cabo de Creus te preguntas por qué extraño capricho de la naturaleza fue creado un lugar tan bello. En los preciosos parajes de la costa de Roses absorto ante la contemplación del Cap Norfeu, una auténtica joya del ahora parque natural. Frente a Norfeu, unos pocos escollos rocosos sobresalen de las aguas, uno de ellos recibe el cariñoso y acertadísimo nombre del Gat, porque su forma recuerda a este animal.
A los que alguna vez se han preguntado cómo nació el Cap Norfeu, les daremos una explicación que quizá poco tenga que ver con la ciencia, pero que sin duda es bellísima como metáfora poética. En este caso la leyenda se remonta a tiempos antiquísimos, y tiene como protagonista al héroe griego Orfeo, aquel que era un virtuoso de la lira y se casó con la ninfa Eurídice, que murió poco después. Orfeo fue a buscarla al mundo de los muertos y le dejaron llevársela con la condición de ir delante de ella y no volverse a mirarla. Claro está que Orfeo se volvió, perdiendo para siempre la posibilidad de recuperar a su esposa.
Pero vamos a la historia que nos interesa. Cuenta esta que un día Orfeo emprendió un agradable crucero por el bello mar Mediterráneo. Cuando el barco estaba ya muy cerca de las costas de la península Ibérica, se desato una gran tempestad, presidida por un viento endemoniado que empezó a remover el barco con gran fuerza. En plena noche, incluso siendo un héroe mitológico, Orfeo se asustó.
El héroe hizo todo lo que pudo por intentar mantener el barco a flote, pero cada vez estaba más cerca de unas grandes rocas amenazadoras. Tras grandes esfuerzos que fueron inútiles, el barco se fue a pique. Orfeo aplico todas sus fuerzas para intentar salvarse de ser engullido hacia el reino submarino de Poseidón. Tras mucho rato de lucha contra la virulencia de la mar brava, pudo llegar hasta una roca, a la que se aferró. Esa roca era precisamente la roca del Gat, de la que antes les hablábamos.
Orfeo, asustado y muerto de frio, decidió esperar pacientemente el alba para descubrir donde se encontraba exactamente y luego decidir que podía hacer. Por la mañana, Orfeo se dio cuenta de que estaba frente a una grande y preciosa bahía, pero muy lejos de la costa como para intentar llegar a nado, sobre todo teniendo en cuenta lo mermadas que estaban sus fuerzas. Mientras estaba perdido en sus pensamientos sobre como saldría de aquel trance, le sorprendió una visión maravillosa. Acababa de descubrir, en la parte de poniente, la magnífica montaña del Canigo, coronada por una falda de nieve blanca, de una pureza impresionante.
Encandilado por esa visión, Orfeo cogió su lira (curiosamente no se había perdido durante el naufragio) y empezó a componer e interpretar unas maravillosas canciones dedicadas a aquella bella montaña. Tan bellas eran las tonadas y tan evocadores los versos que salían de la mente y el corazón del talentoso Orfeo que se produjo un singular fenómeno. Las montañas ms cercanas a la costa fueron aproximándose hasta la Roca del Gat para poder escuchar mejor la música que entonaba Orfeo.
Fue así como, una vez que las montañas estuvieron bastante cerca de la Roca del Gat, Orfeo pudo saltar y poner finalmente pie en tierra, una tierra de la que ya se había quedado enamorado. Así se salvó nuestro héroe y así nació el Cap Norfeu que, por supuesto, debe su nombre a su inicial denominación de Cap d’en Orfeu.