Culebre
Cuenta la historia que, en su primer viaje a España, el Rey Carlos I visitó la villa de San Vicente de la Barquera. Se dice que allí, en el convento franciscano que pernoto, encontró a un monje peregrino que venía de muy lejos, de Transilvania y que tenía un don para contar leyendas. El Rey descubrió a través de sus relatos el maravilloso mundo de las leyendas. Criaturas mágicas, lugares benditos y héroes antiguos se convierten en personajes legendarios en una inédita interpretación de las más bonitas y antiguas historias. Bestias feroces y salvadores mágicos, doncellas, monjes y romanos, guerreros y campesinos, historias de amor y venganza, maldiciones y milagros: un mundo fantástico de leyendas cántabras.
El cuélebre es una serpiente alada una bestia de ojos brillantes, cabeza ancha y poderosas mandíbulas con enormes colmillos que custodia tesoros y personajes encantados. Vive en las simas, cuevas y fuentes de gran cavidad subterránea, su aliento es fétido y venenoso y sus silbidos se oyen a gran distancia. Ataca y devora a las personas y a los animales, y sus escamas son tan duras que rechazan las balas. El cuélebre crece incesantemente, y a medida que se va haciendo viejo sus escamas se hacen más grandes y duras, entonces la tierra ya no basta para sostenerlo y tiene que partir hacia la Mar. Se dice que en el fondo de este mar hay montones de riquezas, pero los hombres no pueden apoderarse de ellas por causa de la vigilancia de los cuélebres.
El mito del cuélebre es semejante al mito griego del dragón que custodiaba las manzanas de oro del jardín de las Hespérides, cuyo robo constituyó uno de los doce trabajos de hércules. Asimismo, el vellocino de oro robado por los argonautas también estaba custodiado por un terrible dragón cuyos ojos no conocían el sueño. Jasón logró adormecerle con el auxilio de los hechizos de su amiga, la poderosa maga Medea, y matar al dragón.
En Cantabria, la historia más conocida es la de San Vicente de la Barquera. En una cueva del acantilado, por el antiguo camino de Santillán de Boria (al cual se le denomina aún camino del cúlebre) habitaba una bestia terrible que amenazaba con asolar los campos si no se le entregaba una doncella virgen al año. Así cada año los aldeanos entregaban con pesar a sus hijas para que fueran devoradas por el monstruo. Le tocó el turno a una doncella que era una fervorosa cristiana. Ella rezó con fe y cuando el monstruo iba a devorarla apareció el apóstol Santiago montado en un caballo blanco. Cuando el gigantesco reptil vio al santo, sus escamas comenzaron a desprendérsele del cuerpo. Santiago le hirió entonces en el pecho y acabó con su vida. Aunque otras versiones de la leyenda afirman que en realidad no murió, sino que huyó a su guarida. Según la leyenda, las herraduras del caballo de Santiago quedaron marcadas en la roca, y de hecho existe una marca junto a la cueva de Cúlebre en forma de herradura.