El Santito del cementerio de Algeciras
"Nadie en el tercio sabía, quién era aquel legionario..."
Así comienza el Himno del cuerpo de Legionarios. El romanticismo existente en este Himno, que está basado en la historia de un Legionario muerto en campaña, tiene según se cuenta, bastante que ver con la historia-leyenda de nuestro santito en Algeciras.
Según la mayoría de las versiones y la lápida existente en el Cementerio Viejo de Algeciras, en la Crujía 1, en el año 1942, el 1º de febrero, recibía cristiana sepultura Antonio Mena Vicario, caballero legionario natural de la vecina Ceuta, a la edad de 21 años.
Su muerte provocada por una paliza en las calles de Algeciras, según unos, o en una prisión como preso político, según otros (esta versión parece tener menos consistencia), acaeció en el Hospital de la Caridad, al cual está adosada la Capilla de la Caridad, donde tiene su morada temporal el St. Cristo de la Buena Muerte, cuya advocación se encuentra especialmente relacionada con la Legión en algunas localidades españolas, como puede ser el Cristo de Mena en Málaga, cuyo Paso es de relevante notoriedad en la Semana Santa andaluza.
Cuentan las leyendas que siendo "de fuera" se le dio cristiana sepultura en el citado Camposanto, en un nicho humilde y sin inscripción alguna, un nicho al que nadie iba a rezar, ni a visitar, ni a adornar con flores por todos los Santos. Un día, una madre cuya pena por la reciente muerte de su hija le ahogaba el corazón, estaba llorando frente a su tumba, mientras la limpiaba y ponía flores en su recuerdo. En ese momento, un soldado se le acercó y con una voz que a la apesadumbrada mujer le infundió mucha paz, le pidió que le hiciera un favor:
"Mujer, ¿me haría el favor de limpiar un poco esta tumba, que se encuentra tan abandonada? En ella yace un hombre a quién conocía y era buena persona."
La mujer, sorprendida por la petición, e incluso el descaro, del joven, accedió y después de un rato de estar con su hija, se dirigió a la tumba de Antonio. Se encontraba cubierta por las hierbas y totalmente abandonada. Comenzó a limpiar el nicho y, a medida que se iba despejando, una foto empezó a ver la luz en el nicho: era la foto del difunto Antonio. Un grito de sorpresa ahogó la pena de todo el día de la mujer...
En la foto estaba empezando a reconocer al soldado que le había pedido tan extraño favor, era su cara. Se incorporó y buscando a su alrededor ya no pudo ver al visitante que momentos antes se había dirigido a ella. Salió corriendo y gritando en busca del guarda del cementerio, y le contó lo sucedido. Extrañados, ambos llegaron a la conclusión de que Antonio había regresado para pedir que alguien se acordara de él...
Desde entonces, su tumba es visitada con el fervor de aquél que busca en la fe y en la intercesión de Antoñito, una solución a sus problemas... y su tumba es una de las más floridas del cementerio. En el centro de su lápida, su foto con la claridad del primer día, sin perder su color sepia, pese a estar bajo el sol de Algeciras y tan cerca del mar... Montones de reliquias y de placas dan testimonio de los favores cumplidos.
Preocupada la Iglesia por el rumbo que estaba tomando el fervor popular, fue solicitada a Cádiz la exhumación del cadáver de Antoñito, con el fin de que la gente comprobase que no había nada de sobrenatural en aquella tumba tan visitada. La autorización llegó con el mismo fin y, cuando se procedió a la extracción de los restos de su tumba... ¡su cuerpo permanecía incorrupto!