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Vila romana de Els Munts

Situada en el pequeño cerro de Els Munts y muy cerca del límite municipal de Torredembarra, esta célebre villa romana es una de las mejor conservadas de toda Cataluña. Fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2000, junto con el conjunto arqueológico de Tarraco.

En el contexto romano, la palabra villa define un tipo de residencia rural donde el ocio convivía con las actividades de carácter agrícola y artesano. Las clases ricas solían pasar temporadas para descansar del ajetreo de la gran ciudad. De hecho, está documentado que en esta villa vivió, en el siglo II, el duunviro de Tarraco, el cargo más importante de la ciudad Caius Valerius Atavitus.

La villa fue construida en el siglo I, durante la época del emperador Claudi, y fue abandonada en el siglo V. En el conjunto se pueden distinguir claramente tres partes: la zona residencial (con un criptopórtico y numerosas habitaciones), las termas (donde destaca el depósito de agua conocido como la Tartana) y los edificios dedicados a las tareas agrícolas y artesanas.

Muchas de las piezas, mosaicos, esculturas y pinturas encontradas en el yacimiento se conservan actualmente en el Museu Nacional Arqueològic de Tarragona que es quien gestiona el yacimiento.

A inicios del siglo II d. C., a unos 12 kilómetros de Tárraco, se construyó una villa residencial de unas dimensiones y un lujo excepcionales.

El lugar elegido fue la ladera de una colina cercana a la playa. Un lugar perfectamente comunicado por vía terrestre o marítima hasta Tárraco, cercano al río, con unas vistas excepcionales al mar y un clima agradable durante buena parte del año. Un lugar que aún hoy en día sigue siendo idílico.

La casa tenía al menos dos plantas. El piso superior se distribuía alrededor de un gran patio interior que tenía en el centro un estanque con peces. En este piso se encontraban las habitaciones más nobles y una galería con vistas al jardín y al mar. En la planta inferior había más habitaciones y un gran comedor (triclinio). Siguiendo un pasillo abierto en el jardín, se llegaba a los baños con piscinas de agua fría (frigidarium), de agua caliente con un sofisticado sistema de calefacción por suelo (caldarium), una piscina descubierta y letrinas. En la playa, otros baños completaban las edificaciones.

Pinturas en las paredes, pavimentos con mosaico, esculturas, fuentes, estanques artificiales, columnas y placados de mármoles de importación embellecían aún más los espacios. De entre la decoración recuperada, cabe destacar unos mosaicos de pared bastante excepcionales que representan las musas y un techo pintado con la representación de las estaciones del año. Dos ejemplos del gran refinamiento decorativo.

No es difícil imaginar la vida de los huéspedes y los anfitriones en la villa. Por la mañana, paseando por los jardines, disfrutando de las vistas que ofrecía la galería del piso superior, conversando o leyendo. Por la tarde, dirigiéndose hacia los baños para relajarse y, seguidamente, ir hacia el gran comedor (triclinio) para disfrutar de un banquete amenizado por lectores, músicos y bailarines. Al acabar la cena, se retirarían a sus lujosas habitaciones para descansar.

En el invierno del año 122-123 d. C., el emperador Adriano visitó Tárraco. Sabemos que durante su estancia presidió el Concilio Provincial (la reunión de representantes de todos los pueblos de la provincia) y que hizo restaurar el templo de Augusto.

Cuando, meses antes, llegara la noticia de que el emperador Adriano visitaría la ciudad, provocó seguramente un gran revuelo. Muchas cuestiones se debían tener en cuenta antes de la visita imperial. Sin ir más lejos, encontrar un lugar adecuado para alojarlo. Quizás una villa en el entorno de la ciudad, que permitiera al emperador refugiarse del bullicio de la capital provincial. ¿Podría ser la villa de Els Munts el lugar elegido?

La ubicación de la villa respecto a Tárraco, sus grandes dimensiones, la suntuosidad y el lujo decorativo, el hallazgo de una estatua representando a Antínoo (el amante predilecto de Adriano) o la disposición de un gran mitreo son algunas de las evidencias que permiten plantear esta hipótesis.

Según la mitología, el Sol ordenó a Mitra el sacrificio del toro. El mandato fue ejecutado en el interior de la cueva y, del cuerpo del toro, nacieron todas las hierbas y plantas saludables. De su columna vertebral germinó el trigo y, de su sangre, el vino. Antes de volver al cielo convertido en un dios, Mitra celebró su triunfo con un gran banquete.

El mitraísmo es una religión en la que solo aquellos que estaban iniciados podían participar del culto y conocer sus secretos. La persona que se quería iniciar debía superar una serie de pruebas. Su rito principal era el banquete que se celebraba dentro de los mitreos. Estos espacios, que imitaban una gruta oscura y cerrada, tenían un pasillo central y banquetas elevadas a ambos lados donde se estiraban los iniciados para comer. Al fondo, estaba el santuario donde se encontraba la imagen del dios sacrificando el toro.

El mitreo de la villa romana de Els Munts destaca, principalmente, por su ubicación y sus grandes dimensiones, cercanas a las del mitreo de las termas de Caracalla en Roma, uno de los más grandes conocidos de todo el Imperio. Era habitual encontrar centros de culto a Mitra en las ciudades y en los campamentos militares, pero no integrados en las villas. Así pues, ¿qué hace un mitreo de estas características en una villa aristocrática como la de Els Munts? Este es, todavía, un enigma por resolver.

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