Faro de Maspalomas
En la punta más meridional de Gran Canaria se encuentra el faro de Maspalomas, vigía de las costas en la zona sur de la isla. Se trata de un auténtico símbolo canarión, elevado en 2005 a Bien de Interés Cultural como monumento histórico.
El faro de Maspalomas forma parte del skyline y del paisaje del sur de Gran Canaria. Es prácticamente imposible no ver su característica silueta desde cualquier lugar de la costa meridional. Rodeado por las famosas dunas de Maspalomas, el faro ha sido testigo durante décadas de la conversión de esta costa –en la que solo había dunas y tomateros– en uno de los principales centros turísticos de Europa.
No se puede entender la costa de Maspalomas sin su faro. Ya sea de día o de noche, el viejo torreón continúa allí, en funcionamiento, sobre la punta más meridional de Gran Canaria.
La historia del faro de Maspalomas viene de muy atrás. La primera propuesta de construir un faro en la zona fue en el año 1861, considerándose una infraestructura indispensable para facilitar la navegación en el archipiélago, proyecto emparejado con la construcción del Puerto de La Luz en Las Palmas, y decisivo para el progreso marítimo de la isla y de las rutas entre Europa y América.
El faro, obra del ingeniero Juan León y Castillo, se inauguró el 1 de febrero de 1890. Mide casi 55 metros de altura y tiene un diámetro medio de 6,20 metros. Está construido en sillería gris. Su linterna mide 3,7 metros de diámetro y tiene un alcance de 19 millas náuticas (35 kilómetros).
El faro cuenta con un edificio anexo que servía de espacio de trabajo y vivienda para los operarios con los que contaba. La construcción recrea la típica casa canaria. La automatización de los faros ha hecho que el edificio haya perdido su uso, el cual se ha recuperado ahora como espacio cultural.