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LA SIRENA DE ALMUÑÉCAR

Se suele decir que los mitos y las leyendas tienen algo de realidad. En la que nos ocupa, sin duda alguna hay visos de que buena parte de la historia sea cierta y que, como dicen los vecinos de la zona, algo haya quedado impregnado allí, en Almuñécar. Pues hay un relato que sobrecoge y que llena de interés a todo el que lo conoce.

Cuentan los ancianos que oyeron de sus ancianos y hace muchos, muchos años ocurrió la citada historia.

En Almuñécar vivió una mujer llamada Josefina que enviudó joven, enferma y con tan sólo una hermosa hija de nombre Marina.

Marina creció resignada y dedicada en cuerpo y alma al cuidado de su querida madre enferma.

Su única distracción, en el poco tiempo libre que le quedaba y una vez dejada atendida y dormida a su madre, era bajar a la playa y sentarse cada noche.

Marina de belleza inigualable, rechazaba a todos y cada uno de los pretendientes del pueblo con la excusa de sus múltiples quehaceres para con su madre Josefina.

Sus salidas nocturnas hacia el mar cada noche la hicieron taciturna y pensante, su carácter era reservado y mítico. Marina escuchaba el murmullo del romper de las olas y observaba el horizonte cuya única luz reflejada en el espumeante mar como estrellas de plata, era la luz de la luna.

Las gentes la daban por loca e incluso llegó a oídos de su enferma madre Josefina hasta que un día ésta le preguntó: Marina, ¿cuál es el motivo de tus visitas a la playa? . -Marina sólo le contestó: Voy al encuentro de mi amado. El mar. -Josefina extrañada sentenció: Hija mía como sigas así te convertirás en un pez.

Al poco Josefina falleció y Marina tras dar sepultura a su madre bajó a la playa en la semioscuridad de una noche de luna llena, se desnudó y se metió en el mar del que nunca volvió a salir.

Las gentes del lugar aseguraban que cada noche en la luna llena de junio veían sobre el Peñón de Fuera la silueta de una joven y bellísima sirena tumbada observando el horizonte y que desaparecía en las espumeantes aguas en pocos segundos. Sin duda Marina se fundió con su amado, El Mar.

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