Gaztelugatxe
Érase una vez una pequeña isla abrupta, que se encontraba a menos de un kilómetro de la costa y a la cual se podía llegar desde la orilla mediante un puente para después ascender a su parte más alta a través de una interminable escalinata, por la cual se llegaba a la diminuta ermita que corona la cima de la isla. Así podía empezar cualquier cuento o narración tradicional que describiese una isla fantástica o irreal, pero una isla así existe y ha sido nombrada en mayo de 2014 la primera maravilla natural de España. La isla de Gaztelugatxe es a todas luces un lugar singular por sus características y dotado además de una increíble belleza natural que hace que sea necesario visitarla al menos una vez en la vida. Lugar sugerente, legendario e incluso enigmático, posee un enorme poder de fascinación que la ha convertido en un lugar mítico forjado a base de leyendas, batallas inciertas, paisajes insulares, tempestades, tradición religiosa, espíritu marinero y afán de aventura.
Es muy posible que si Gaztelugatxe significa castillo de la peña haga referencia al monasterio benedictino de San Juan de la Peña (aunque efectivamente la isla sea también una peña): La fuente escrita más antigua donde Gaztelugatxe aparece nombrado es en el documento de donación de 1053 del señor de Vizcaya Don Eneko (Iñigo) López y su esposa Doña Toda Ortiz y por el cual estos donan el islote al monje Zianno del monasterio de San Juan de la Peña en Huesca, aunque en el documento escrito en latín el lugar se nombra como Johannis de Castello (San Juan de Castillo). San Juan de la Peña - monasterio cuna del románico en la península ibérica- por entonces era ya el monasterio más importante del joven Reino de Aragón y pertenecía a la orden de los benedictinos. Por esta donación la isla de Gaztelugatxe pasa a ser propiedad de la orden de San Benito y concretamente del Monasterio de San Juan de la Peña tras haber sido una posesión señorial.
El misterioso origen de la ermita y el motivo por que se construyó un pequeño templo en una aislada isla sigue siendo algo evocador y sugerente que sin duda refuerza el encanto enigmático del paraje. Una teoría afirma que la iglesia no formó parte de ninguna construcción militar, sino que fue erguida por los campesinos de la zona como iglesia parroquial, algo de lo que no existe documentación escrita como tampoco figura nada sobre la supuesta fortificación original de la isla, que por otra parte justificaría la inclusión de gaztelu (castillo) en el nombre del lugar. También es posible que fuese levantada por los señores feudales propietarios de la isla en aquel tiempo. Con todo, en la época de la donación a San Juan de la Peña es cuando la ermita se empieza a conocer como San Juan, en honor a la Degollación de San Juan Bautista, santo patrón del monasterio oscense. Se ignora a que santo se dedicó la ermita originalmente y cuando los benedictinos perdieron la propiedad de la isla y sus alrededores, aunque se cree que fue hacia principios del siglo XII ya que en un documento de 1162 se consta que la isla pertenecía ya al Conde de Nájera y Señor de Bizkaia Lope Díaz de Haro, donando aquel año la isla a la orden premostratense, que más tarde la perdería (tampoco se sabe cuándo). Por otra parte, se han llegado a encontrar enterramientos medievales de los siglos X y XI en la explanada de la cima de la isla.
No se sabe a ciencia cierta cuando se construyó el primer puente hacia Gaztelugatxe, pero es de suponer que cuando se levantó la ermita en el siglo XI ya existía un puente, así como escaleras. El bello puente de sillería de dos arcos que convierte a San Juan de Gaztelugatxe en una península artificial consigue transformar al lugar en una pequeña versión vasca de Mont St. Michel, algo que advierten no pocos visitantes. La culminación del “peregrinaje” hasta la ermita de San Juan culmina para el viajero con una tradición, que es el tocar tres veces la campana de la puerta y pensar en un deseo. La leyenda dice que siempre se cumple.
Existen varias leyendas sobre el origen de la ermita y sobre la historia de la isla, que aumentan su halo mítico y legendario. Una temporalmente imposible leyenda cuenta que el propio San Juan Bautista viajó a Bermeo y llegó a la ermita dando tres pasos desde la localidad y dejando tres huellas en diversos lugares distantes de Bermeo en donde existen “huellas” que fueron atribuidas a los pies del santo. La última de ellas fue trasladada desde el alto de Burgoa donde se “encontró” hasta el último escalón de Gaztelugatxe en 1982, en donde se colocó la inscripción “San Juan”. El parecido de esa cavidad con un pie humano es evidente, tanto que se trata indudablemente de una huella de pie, que pudo a ver sido lógicamente la de cualquier persona en el siglo XX y no la de un hebreo del S.I que nunca viajó a Europa. La tradición dice que introduciendo el pie en la “huella de San Juan” se curan los callos.
En cuanto a las crónicas históricas que han acontecido en la isla (algunas ciertas y otras especuladas) estas resultan muy sugerentes y provistas de no pocos elementos épicos y novelescos: batallas, reyes, piratas, saqueos, naufragios. En 1334 se hicieron fuertes en Gaztelugatxe durante un mes siete caballeros vizcaínos, entre ellos el Señor de Vizcaya Juan Núñez de Lara, contra el rey de Castilla Alfonso XI quien quería conquistar las tierras bermeanas. El rey y sus tropas se dieron a la retirada ante la imposibilidad de tomar Gaztelugatxe. Al parecer en 1593 llegó el corsario inglés Sir Francis Drake, que saqueó y quemó la ermita, algo que también habían hecho otros piratas a lo largo del S.XVI. En 1596 la iglesia fue nuevamente saqueada y expoliada por unos reos herejes a los que 14 navíos habían traído desde La Rochele en Francia hasta la isla de Izaro, lugar a donde habían llegado accidentalmente tras un motín y desde donde arrasaron con todo a su paso en Mundaka y Bermeo hasta llegar a Gaztelugatxe. Los reos llegaron incluso a despeñar al ermitaño que moraba en la iglesia. En el siglo XVIII la isla fue asaltada por tropas inglesas. También se dice que entre Gaztelugatxe y Aketxe una tempestad hizo naufragar y desmantelar un navío de la escuadra que llevó de Flandes a Laredo al príncipe futuro Felipe II. Ya en un terreno más legendario, se afirma que en las cuevas y túneles de la parte baja de Gaztelugatxe la inquisición encerraba a las mujeres acusadas de brujería.