Cabo Touriñan
Muchas veces es considerado el Cabo Fisterra como el punto más occidental de la península y por lo tanto de la Europa continental. Sin embargo, sólo es para la historia y para la leyenda ya que geográficamente es considerado Touriñán como el punto más occidental de Galicia y por lo tanto de España.
El Cabo Touriñán es un cabo inhóspito, en un lugar de clima extremo, de grandes vientos y temporales que hacen la vida muy dura. Por eso es comprensible que A Costa da Mórte sea una costa con poca población y en donde aún podemos encontrar numerosos lugares vírgenes.
Touriñán mira al mar dos veces al año; a principios de la primavera y finales del verano, el cabo Touriñán se convierte en la última línea de sombra del ocaso en la Europa continental.
La posición natural de esta punta de tierra, que se introduce impasible un kilómetro en el océano Atlántico, lo convierte en el lugar por donde desaparece el último rayo de sol de la Europa continental. Son unos dos meses y medio al año para disfrutar de una simbólica puesta de sol en este salvaje tramo de la Costa da Mórte, este es un lugar solitario, de ahí también su belleza.
Desde el equinoccio de primavera, entre el 21 de marzo y el 25 de abril, y después, del 13 de agosto hasta el 22 de septiembre, este lugar se convierte en un excelente balcón para presenciar el finís Solís. No hay que hacer nada especial para aprovechar el momento sólo venir hasta aquí a la hora convenida.
Si tu visita coincide con marea baja, puede que veas aparecer a algún percebeiro con las capturas del día. Mira en dirección a Nemiña y fíjate en la isla del Castillo. El agua deja al descubierto una lengua de arena que la une la tierra; que parece a la isla del monte san Michel en Francia.
La construcción del faro vino impulsada por los numerosos naufragios que hubo en la zona, debidos además de a los temporales que la azotan, a las lenguas de piedras que penetran en el mar; algunas quedan al descubierto cuando baja la marea. Y leyendo sobre este tema, descubrí una curiosísima historia, la del barco alemán “Madeleine Reig “, que en 1935 partió en dos y echó a pique al pesquero gallego “Ocho Hermanos “. Pues bien; 22 años después, en 1957, el “Madeleine Reig” se hundió casi en el mismo lugar tras encallar en las rocas en una noche de niebla. Afortunadamente no hubo víctimas en ninguno de los naufragios, pero parece como si la costa hubiese esperado todo ese tiempo para cobrarse su venganza…